viernes, 27 de mayo de 2011

Él y Ella Recopilación (I, II, III, IV)



Él confiaba en Ella… sí puede que fuese extraña y despistada… y llevase largo tiempo sin siquiera verse las caras; pero mantenía una fe ciega en sus formas y sabía que volverían a verse…
No sabía por qué tanto confiar.

Sí, se conocían de mucho pero… Él nunca supo sus verdaderas intenciones ni Ella creyó oportuno demostrarlas pero había algo que siempre hacía que uno llamase al otro una especie de mística atracción. Lo mismo un día se presentaba y al siguiente Ella se marchaba a la noche… sin explicaciones.
Él la primera vez se sintió bastante triste y abatido pero recuperó la alegría al encontrársela de nuevo meses más tardes una vez más esperándolo en el lugar de siempre, y más tarde Él simplemente se acostumbró a que desapareciese y apareciese como un conejo de una chistera.

Ella sabía guardar los silencios oportunos tenía formas y maneras aunque un poco torpes… Él se embobaba simplemente en su presencia y nunca fue capaz de saber qué pensaba un extraño halo de misterio la embargaba que le repelía y atraía pero Él simplemente era feliz cuando estaba a su lado… era un chico tímido aunque hablador y le gustaba mirar la vida pasar sin preocuparse del tiempo aunque debía vivir aprisionado en el mismo, pensaba simplemente en saborear el segundo y en sus ojos y degustar el día o al menos lo que le dejaran

Y era curioso que Ella….


Fin del Acto I


Y era curioso que Ella….

siempre se veía distraída y curiosa con una mirada tranquila pero viva, y era capaz de saber lo que ocurría sin si quiera mirar a su alrededor, su mirar penetraba tu alma y parecía imposible de burlar o engañar… y Él lo sabía, Ella adoraba el tacto de sus manos al rozarse y sonreír cuando él sonreía. Ella solía incitarle a lo que Él llamaba locuras… salir a bailar bajo la lluvia, gritar al borde de un precipicio, vagar sin rumbo por la ciudad, rodar por el césped y cantarle a las estrellas… ambos locos disfrutaban de la miel del instante, eran tan bellos y radiantes cada uno en su forma…
No hacían falta disculpas, solo un abrazo bien avenido, no hacía falta conversación si había juego de miradas, Ella callada e impulsiva, Él tranquilo y con ganas de enloquecer a su lado.

Ella era tan poderosa, que sanaba la tristeza y las lágrimas con unas simples palabras y Él era tan fuerte como para poner la mano en su hombro y sostenerla hasta el final… porque Ella simplemente transformaba como por acto de magia las montañas en granos de arena y Él los océanos en pequeños charcos donde se podía chapotear.

Él admiraba la libertad de Ella pero la maldecía por sus desapariciones… comprendía que un pájaro deja de ser pájaro si le arrancas sus alas… pero a veces era demasiado duro para su corazón el aguantar la espera y parecía que su micromundo se derrumbase sin su presencia.

Sucedió que una noche juntos, Ella sobre su pecho le susurró al oído con dulce voz que se marchaba, Él asintió con un nudo en la garganta y una lágrima derrapó por su mejilla, Ella se ajustaba sus vaqueros y abrochaba la chaqueta, Él no soportaba mirarla ese momento.
-¿Por qué no te quedas un poco más?... y con un hilo de voz rompió el silencio, el mundo se paró para ellos y Ella…



Fin del acto II


Y Ella…

Se giró y le miró con sus grandes ojos con compasión

– el susurro del viento se oía tras los cristales, Él aguantaba la respiración… el crujir del suelo de un paso de Ella retumbó en la habitación…

Movió sus labios y con voz comprensiva susurró:

-Si no me voy ahora… la próxima vez volveré más tarde.

A Él se le aceleró el corazón…

-¿Cuánto más tarde?- Dijo - ¿Por qué? – Preguntó - ¿De verdad tiene que ser así?

-Silencio-

La oscuridad reinaba y los ojos de ambos se distinguían brillantes, fijos los unos en los otros:

-Silencio-

-Las cosas son simplemente así - musitó Ella.

Él tragó saliva.

-Quédate, quédate por favor –con un hilo de voz y un nudo en la garganta… las palabras apenas salían de su boca y los pensamientos parecían atropellarse en su cabeza.

Ella sonrió, Él se tranquilizó un poco…

Que todo estaba bien, le dijo;

Que no se preocupase que puede que esta vez tardase un poco más, pero que volvería, le susurró:

Que estarían juntos, decía con voz casi inaudible.

Y entonces le contó algo al oído imposible de oír… que solo era para[i] Ellos[/i].

Él le tomó la mano, y ella se la agarró aun más fuerte… con las caras frente a frente, simplemente se miraban embobados. Ella le besó en la frente y Él la abrazó tan fuerte que si fuesen de cristal se hubiesen convertidos en pequeños trocitos transparentes en el instante y respiró tan fuerte que podría haber roto el aire, Ella asintió y le correspondió de igual manera…

Se recostaron, se miraron, ambos con ojos vidriosos se hicieron juramento de amor eterno y simplemente cerraron los párpados.

Él y Ella…


Fin del acto III


Él sentía la frustración más completa del amante sin amada, Él era un punto negro entre miles de blancos, sentía volar a ras de suelo y añoraba los tiempos en los que visitaba las nubes, en Él solo se sabía una mirada triste que se tornaba siempre hacia el pasado donde todo parecía un tiempo mejor, su cara casi prescindía de la sonrisa quedándose en una mueca automática mostrada por pura cortesía.

Hacía tiempo que su corazón latía a un ritmo disonante, demasiado lento para vivir en el presente.... tanto tiempo sin Ella tanto que... había perdido la cuenta… los días se pasaban todos iguales sin ilusión que los avivara, y sin esos pequeños detalles, sin su cuello, sin su sonrisa…. Ni el resonar de sus pasos a su espalda… solo trozos de un cristal de lágrimas atravesados en su pecho… no se notaba vivo… sino enchufado a una máquina de soporte vital…. Vivía simplemente al respirar , pero incapaz de sentir el sol en la cara ni oir el susurrar del viento.

Pasaba el día apoyado en la ventana con la mirada perdida… veía la vida pasar con la ilusión del poeta roto, no era tristeza ni hundimiento lo que Él sentía… sino que había un obtenido un castigo peor como era el de la nada... el de las expresiones automatizadas y las acciones sin humanidad… la curiosidad de la que siempre hacía gala y sus sonrisa permanente se tornaron por un quejido de afirmación constante y una mueca extraña en su tez, sentía que la gente se alejaba… pero ¿qué importancia tenía todo esto sin sus ojos en sus ojos?... y ¿sin su presencia en su alma? Y ¿sin su susurro en su oído?

La indiferencia y la rutina se habían hecho con su vida…ya no cabían las preguntas del ¿qué estará pensando? O ¿dónde se encuentra? Todo se reducía al ¿Qué más da?, donde solo era libre en sus descanso con los párpados tornados… irónicamente atrapado en la libertad esclavo de su obsesión y de una vida insomne sin sueños cuando estaba despierto….

Una mañana con el velo del sueño aun en sus ojos le pareció oír llamar alguien a la puerta y el tintineo perezoso de unas llaves…

Amada mía…- dijo Él

Abriendo los ojos miedosos de la luz oyó un susurro con su nombre… aun todo se veía borroso su corazón latía rápido, sentía su presencia, la cama pareció hundirse, se incorporó un poco y abrazó…

el aire.

Se despertó Él entonces jadeando y sufriendo golpeó el cabecero de la cama rabioso y entre lágrimas gritó con un susurro su nombre mientras tapaba sus ojos que ocultaban la verdad…

Él.


Fin del Acto IV



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