Tarde de otoño
26/08/09
La brisa… era especialmente fresca esa mañana… me acariciaba la cara, especialmente agradable hoy… una vez más el viejo se sentó a mi lado:
-¡Muchacho!- me dijo con una sonrisa cortés y pletórica
-¡Pensé que al final no lo vería buen hombre!- respondí mientras lo abrazaba cariñosamente… casi no recuerdo su cara, pero recuerdo su olor… su presencia… su textura… su ser
-Jajaja, ya sabes chico que yo no soy de los que decepcionan- dijo mientras guiñaba un ojo y nos retirábamos para sentarnos
-Por supuesto, caballero, que sabía que no lo haría.
Lo recuerdo tan perfectamente… el sol estaba radiante y el viento volvía a hacer de las suyas como jugando con los árboles del parque, estremecía las ramas y hacía cosquillas a las hojas, de fondo el alegre sonido de la fuente chorreando… Nos recostamos en el banco.
-¿¡Qué me traes entonces hoy!?- Dijo el joven inquieto
-¿Hoy?, te traigo mi experiencia, mi experiencia sobre la vida
-¡Vaya!, viejo, vas a acabar como todos los abuelos, contando sus batallitas- el joven cambio la voz y se puso a imitar con voz grave- En mis tiempos, eso sí que eran duros…. No los de ahora que…
El anciano rompió a carcajadas
-¡Dios me libre, muchacho!, ¡Dios me libre!... no, no hoy vengo a hablarte de algo que se puede contar pero no se puede comprender del todo hasta que no se vive…
El chico tomó su posición habitual de siempre se dejó recaer en el banco, y echó hacia abajo su visera de la gorra. El anciano asintió al ver el ritual y comenzó a contar
-Chico…. La vida son caminos… son muchos caminos, imagina las ramas serpenteantes de los árboles, que se bifurcan y bifurcan… nosotros caminamos por ellos, como todo hay un principio, y vamos tomando uno u otro dependiendo de muchas cosas, de nuestras experiencias…. De nuestra forma de entender el mundo, de nuestro temor y los caminamos más lentos o más rápidos cada uno, porque claro algunos son llanos otros escarpados. ¡Bffff! ¿Y cuántas veces nos caeremos?, algunos se caen y se quedan ahí pero otros somos fuertes y seguimos avanzando, mostramos orgullosos nuestras heridas a modo de decir “yo estuve ahí”, muchas de las veces elegiremos un camino u otro condicionados porque siempre hay algo que nos ata…
¿Sabes, muchacho? No existe ese tipo de libertad, porque siempre estaremos condicionados… somos tan poco libres, que no podemos elegir ni lo que nos gusta y lo que no…
El chaval levantó un poco de visera y miró de reojo al anciano que miraba con las manos entrelazadas el cielo, sus ojos estaban vivos, llenos de luz y parecían buscar algo que había perdido hace mucho entre las nubes… que monótonas y aburridas pasaban como burlándose de los seres que nos tenemos que conformar con andar…
-Pero si hay algo que podemos elegir, y debemos sentirnos afortunados por ello. Los sucesos muchas veces nos eligen a nosotros, pero nosotros podemos elegir como encarar esos sucesos, podemos elegir el vaso medio vacío, o el vaso medio lleno. ¡Y créeme chico! Que esto cambia muchísimo las cosas, tu manera de ver el mundo, somos libres para elegir la felicidad, que hace que lo escarpado sea más llano y las caídas menos dolorosas. ¡Y te digo pequeñajo! Que en esta vida, mientras menos tiempo te quedes tumbado sin hacer nada, mejor, porque hay mucho que ver y mucho que sentir y mucho que experimentar y mucho que fallar. Es tanto así, que deseando y creyéndolo llegamos a tener nuestro deseo… No es un “quiero ser feliz” es un “voy a ser feliz”. Y lo que sea será, niño, no podremos huir de ello-el anciano miró con ternura al chico y acarició su cuello-te quedan tantas y tantas cosas, no te preocupes… no hay receta para la perfección en todas las situaciones, no hay victoria sin que haya una pérdida, en la vida perdemos muchas cosas…
El anciano hizo un silencio y perdió la mirada como buscando algo, el chico lo miraba con inocente curiosidad, de repente centro su vista y comenzó de nuevo a hablar…
No, no perdemos… sino, transformamos… en el camino por el que nos toca ir, perdemos cosas pero como ya he dicho las sacrificamos en pos de ganar algo siempre, algo mejor, las transformamos en nuestro camino, en nuestra meta. ¡Niño!, en esta vida dura nos toca improvisar y lo siento mucho, pero como ya dije no hay receta que valga y no hay solución a todo. Pero si hay elección, si hay un mínimo de libertad… sí que podemos elegir algo… podemos elegir, como encarar las cosas, sí podemos elegir nuestra visión del mundo…
El viento arreció y levantó las caducas hojas del suelo arremolinándolas y emanando un olor húmedo….
A partir de ahí… todo está borroso…
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