-Su bebida.
Asientes... oyes los pasos del barman al alejarse, y te sumes de nuevo donde estabas, rechinan los hielos al chocar en los vasos, se oyen los pasos de tacones en tu memoria, los ojos se humedecen. Y el néctar baja ardiendo por la garganta... degustas la sensación de la calma que te provoca el infierno. El murmullo entonces se aleja y suena el rellenar de un vaso distinto... sonríes... como si la bebida te comprendiese. Tomé la servilleta y como un autómata que alza la pluma apunto algo que escucho susurrar en mi oído... Hacía tanto que ya no oías ese nombre que parecía sepultado...
Pero: ¿Por qué ahora?.
A él nadie lo conoce... pero todos lo ven pasar las noches en la barra, tampoco buscas las simpatías de la gente... ¿Para qué?, se marcharán y te dejarán siempre ese vacío que cubre la melancólica musa y sin embargo es algo que siempre anhelas... hubo un tiempo en el que no creías en la crueldad humana pero ya te resignaste a perder tu nombre y ser simplemente ese anónimo del final de la barra.
Los siguientes tragos entran de manera sencilla... acariciando cada milímetro del paladar y vuelves a colocar el vaso donde estaba.
-Lleno por favor.
-En seguida.
Aburrido agitas el vaso provocando un tintineo donde el hielo hace al cristal chillar, él solamente piensa ¿Para qué quiero más compañía? y su alma llora.
Otra noche más a solas con la única dama que no me abandona, otra noche más que mis compañías son la soledad y ego, otra noche más que me acompañas a solas.
Apago el fuego con alcohol bebiendo una noche más con las musas, y callando el canto de las sirenas.